lunes, 30 de julio de 2012

El Alquife, una nueva oportunidad para Almería

Mientras el antiguo y próspero poblado y las instalaciones continúan desérticas el Puerto de la capital espera lograr un transporte que consiga reactivar aún más sus ingresos durante 20 años.


Para entrar a Alquife por La Calahorra hay que superar una rotonda decorada con una antigua máquina de aquellas minas que fueron un referente en Europa y que actuaron de motor de la comarca del Marquesado del Zenete durante varias décadas. El camino de la derecha conduce a las instalaciones que cerraron en el año 1996 y a su antiguo poblado, la envidia de los granadinos por las condiciones en las que vivían. Al frente se llega al pueblo del que volverán a salir toneladas de mineral de hierro rumbo al puerto de Almería.
Son direcciones separadas que representan el presente, el pasado y que el futuro puede volver a unirlas. Minas de Alquife Holding se ha propuesto reactivar este negocio al entender que es viable. Estima que hay una reserva de unos 90 millones de toneladas de hierro, la misma cantidad aproximada que se extrajo en su etapa anterior. Tiene una vida productiva de 20 años, aunque no se descarta que pudiera resistir algo más. 
El pasado 4 de julio, la empresa presentó el proyecto en Sevilla y vino a decir que iba en serio, que confiaba en el apoyo de la Junta de Andalucía para agilizar los trámites y que tenía programados más de 200 millones de euros de inversión y 350 puestos de trabajo directos y 1.400 indirectos. Tiene un cronograma marcado, siempre que los planes marchen bien, que refleja que en 2015 se podría empezar a producir y la plena actividad llegaría dos años después. 
Los yacimientos de Alquife son famosos desde la época romana y por eso ese espíritu minero se percibe en los rincones de los pueblos colindantes. El poblado de las Minas del Marquesado es como si se hubiera parado en el tiempo. Existen numerosos detalles de una época que fue más próspera. 
Adentrarse entre las casas de planta baja, la capilla, las oficinas, el economato, el hospital o la guardería es como abrir una página del pasado, aunque relativamente reciente y que se mantiene en pie. La imagen es la de aquel poblado que descubren los protagonistas de la serie Lost en mitad de la isla. Los que lo han visitado se extrañan cuando ven que aún hay en las viviendas por ejemplo latas de conservas o medicamentos en los despachos médicos. Como si hubieran marchado con prisa. 
En su día ser alguno de sus habitantes tenía su punto de privilegio. Disfrutaban de servicios que a lo mejor solo se veían en la capital como cines de verano, teatro, playas, un campo de fútbol rodeado de una pista de atletismo -incluso hubo un equipo que compitió en ligas federadas integrado por mineros- o una discoteca. Su tienda de ultramarinos tenía productos que no se encontraban en todos los supermercados y con un sistema avanzado a su tiempo y que se emplea ahora en  lugares como los viajes de crucero. Los trabajadores tomaban lo que necesitaban, pasaban por caja, firmaban la cuenta y lo gastado les era descontado de su sueldo. No se necesitaba dinero.
Algunos trabajadores no comparten eso de vivir del pasado y les gustaría que la actividad volviera a ser como la de antes. Están cansados de escuchar proyectos de reimpulso que luego quedan en nada. Confían ahora en este último movimiento del holding de Alquife.
Lo de vivir en el mismo espacio en el que se trabaja no parece que vaya a ser una modalidad que se repita en el futuro. Antes se apostó por este sistema porque la movilidad era más complicada. Llegaron a convivir allí hasta 800 personas.
Superada la zona donde se hacía la vida, se asciende a la joya de la corona, la corta minera, un inmenso pozo donde se encuentra el valioso mineral. La caída del precio del hierro, el elevado coste que suponía transportarlo por ferrocarril y la reconversión industrial acabaron con este filón, que resistió unos años más gracias a subvenciones de la Junta de Andalucía. "Las subvenciones no sirven como base de funcionamiento", opina el consejero de Minas de Alquife Fernando Martínez.
Desde 1996 no se ha invertido nada. Es más, todo lo contrario. Los materiales de valor han sido sustraídos como el cobre de las vías del tren con el que partían las toneladas de hierro. Ilustrativo es el cartel que cuelga de la capilla de Los Pozos dedicada a Santa Bárbara: "No hay nada de valor material en su interior. ¡Ya han robado todo lo que había! No hay nada que te puedas llevar. Por favor, respeta el edificio. ¡No seas un talibán del arte!". El cura de Alquife oficiaba misa allí los sábados por la tarde y los domingos por la mañana.
La maquinaria resiste al tiempo y es testigo de un sistema de extracción muy avanzado que incluso se ha tomado como referencia para el futuro. Lo que pasa es que ninguna de las instalaciones serviría. Lo que más llama la atención a los que estudian la viabilidad es el modelo  de cintas con el que se movía el material, que evitaba el uso de camiones. Era más barato y más ecológico. Casi todo está impregnado de una capa rojiza del polvo oxidado.
El fondo de la corta minera está inundada por las aguas subterráneas. El yacimiento del mineral de hierro del Marquesado aflora al pie de la vertiente norte de Sierra Nevada, en el cerro de Alquife, y se hunde bajo los materiales detríticos Plio-Cuaternarios que rellenan la depresión de Guadix-Baza. Las mineralizaciones, formadas por óxidos de hierro (hematites y goethita), se encuentran incluidas en una formación de mármol de edad permo-triástica.
Cambiarían los medios, pero no la forma, ya que los nuevos impulsores se basarán en el modelo de Andaluza de Minas. Así, el arranque del mineral de hierro se haría por el método convencional, es decir, perforación, voladura, transporte en camiones hasta una machacadora instalada en el fondo de la corta y luego el material se trasladaría por una cinta transportadora hasta la planta de tratamiento. Para el procesamiento del mineral, que consiste en enriquecerlo y en eliminar sus impurezas, se emplearían medios densos y la separación es magnética de alta intensidad. No se usan productos químicos.
El  último estudio concluye que para comenzar la explotación hay que desaguar cerca de 40 hectómetros cúbicos que se encuentran ahora en la corta. No es que estén embalsados, sino que proceden del nivel freático que aflora. Este mismo problema no es nuevo. Los anteriores gestores lo solucionaron achicando con 23 bombas situadas en la superficie, que trabajaban las 24 horas del día con un caudal de 500 litros. Las minas sirvieron también de escenario para anuncios, videoclips y películas como El Doctor Zhivago, donde quedó reflejado la estación de tren. Sus paisajes invitan, pero eso es lo que no quiere su gente que sea, solo recuerdos o estampas. Quiere que sea real ya.


No hay comentarios:

Publicar un comentario